Tuesday, February 19, 2008

Lo económico cuenta a la hora del voto

Estamos viendo ya en la precampaña en EE.UU., en la que se ha de elegir al candidato republicano y al candidato demócrata que la cuestión económica tiene un peso fundamental. Y no me resisto a hacer hincapié en la participación ciudadana ni que sea a través de los delegados, de la nominación del candidato de cada partido en el sistema político americano. Cosa muy distinta a lo que ocurre en nuestro país, con una ley electoral que permite la elección de los que forman la lista de candidatos cerrada de cada partido, directamente por los aparatos internos de esos propios partidos, al margen del interés de sus votantes.

La elección es importante, sin duda. Pero la perspectiva histórica indica que probablemente no haya al final una oscilación substancial de la economía. La democracia no es un instrumento lo suficientemente afinado como para dirigir la política económica de la misma forma que con una palanca se levanta un peso. Lo que los votantes quieren o creen que quieren y lo que finalmente sucede en la economía tiene una relación mucho menos directa.

De manera que los problemas económicos de EE.UU. no podrán resolverse en las cabinas de votación. Ya es tarde para frenar un descenso económico. Y así, los gastos de asistencia médica seguirán subiendo por ahora, sea quien sea el futuro presidente. De la misma forma que siendo China mayor emisor de contaminación por carbón que EE.UU., no cabe esperar que se establezca un impuesto relacionado con el calentamiento global aunque las medidas sean muy rigurosas, que lo serán, porque una factura mayor por calentar la casa no genera votos.

Un presidente demócrata podría proponer más gasto para asistencia social, pero como dice Tyler Cowen, de la George Mason University, la mayor parte del presupuesto federal tiene puesto el piloto automático. O si un presidente republicano quisiera reducir ese gasto no podría; eso ya es inamovible.

La elección importa en cualquier caso, pues hasta las pequeñas diferencias en cuestiones económicas afectan a millones de americanos. Aunque el repaso a la administración Bush debería hacer pensar a todos aquellos que esperan que la política económica gire en los próximos cuatro años.

Naturalmente que un gobierno puede hacer grandes cambios económicos. Ya se dio con Roosevelt en 1933 con el New Deal, para paliar la crisis de 1929, a base de una política intervencionista. Pero ahora corren otros tiempos y los cambios en la política económica son normalmente moderados. Las cosas funcionan por controles y equilibrios.

Y mirando de puertas a dentro en nuestro país, la cosa no es tan distinta. El final del ciclo económico y el de la legislatura han devenido isócronos. Más aún, España se ha visto afectada por la crisis financiera internacional generada en EE.UU. en estrecha relación con el sector inmobiliario, motor de nuestra economía, pues estaba participando entre un 15% a 19% del PIB, mientras que en EE.UU. se situaba por debajo del 5%. Y el gobierno de Zapatero que finalmente ha debido darse por aludido de que algo estaba pasando en la economía, está siendo vilipendiado por el candidato Rajoy por no poner remedio al enfriamiento.

¿Pero serán tan distintas las políticas económicas de uno u otro gobierno después del 9-M? Cierto es que en los últimos coletazos de la legislatura, ZP se ha soltado la melena a base de una pseudo política económica de carácter social, a base de dar dinero a la gente directamente. Aunque tampoco es oro todo lo que reluce, pues la ley de dependencia sigue sin notarse en los bolsillos de sus destinatarios. Y el PP, cuando tuvo oportunidad de hacerlo, rebajó impuestos. Y el de sucesiones está suprimido en comunidades con gobiernos del PP y en otras, como en Catalunya, con un gobierno de izquierdas y de progreso, no hay ni comentarios al respecto de que vaya a suprimirse.

Por otro lado, ya con el PP en el gobierno se disparó el precio de la vivienda y el gobierno socialista no supo parar la escalada de precios, no ya sólo de la vivienda, sino de las materias primas y los productos agrícolas tampoco.

Aparecen ahora encuestas que apuestan por una mayoría del partido conservador si la cuestión económica ha de ser afrontada con decisión, ya que se le atribuye más capacidad para mejorar las condiciones de vida. Pero no deja de ser paradójico que se le conceda más capacidad al PP para resolver el problema de la vivienda que podría considerarse tradicionalmente una cuestión más de carácter social y propio de un gobierno de izquierdas. Si es que se trata de resolver la vivienda, no de hacer un país de propietarios que son cosas distintas, pero casi asimiladas.

En cualquier caso, habrá que esperar a ver los cara a cara que nos han prometido Zapatero y Rajoy y oír lo que hablan de política económica a tenor de lo que les hayan preparado sus asesores, en dos o tres tardes, como le propuso Jordi Sevilla a Zapatero. Porque ninguno de los dos es experto en esta materia en esta hora crucial. No sé si en alguna otra lo son.