Thursday, May 26, 2005

La Comisión del Carmel

Soy poco sospechoso de comulgar con las ideas del PP, pero me inclino a creer que el PPC, único partido que ha votado en contra de todas las conclusiones de la comisión, puede que sea el único que lleve razón.

O Joan Boada es un ingenuo que también puede ser o ha sido el crisol del chalaneo entre los partidos: el tripartito por un lado y CiU por el otro.

Ahora resulta que con las dimisiones forzadas de Jordi Juliá, a la sazón director general de Puertos y Transportes y Ramón Serra, presidente de Gisa, quedan toda la responsabilidad saldada. Dos cargos políticos que no tienen más remedio que acatar lo que les mandan sus superiores, porque si la dimisión se la insinúan a un profesional de cualquiera de las empresas adjudicatarias de las obras, les arman tal embrollo legal a los políticos que, a demás de costarle muchos millones a la administración, se hubiera descubierto todo el pastel, incluidas las comisiones pagadas, sin ningún género de dudas.

Pero lo auténticamente vergonzoso es la legalidad de las donaciones anónimas a los partidos políticos. Es la forma de blanquear el dinero proveniente de las comisiones del 3 o del 13 % y otras bagatelas con la que todos los partidos políticos con mando penalizan a sus adjudicatarios de obras y servicios para subsistir. Donaciones anónimas que todos los partidos objetan con la boca pequeña, pero todos aceptan con los bolsillos sin fondo. Pero no hacen una nueva ley de partidos, ya les está bien como está y hacen como que se sonrojan cuando se les habla de ello.

La cosa es que la Comisión del Carmel se creó a partir de la maragallaga del 3 % y luego es de lo que no se trata en la propia comisión, porque de hacerlo se les podría venir abajo el montaje y de qué iban entonces a vivir los partidos y sus cuadros sin cargo oficial, como Carod-Rovira (el Pérez) que es un completo inútil político e incompetente como dignatario de la Generalitat de Cataluña. O acaso no ha estado haciendo el payaso en Jerusalén con la connivencia de Maragall. Ahora dice, sin haberse disculpado que ha sido una ingenuidad… ¿otra? ¿Cómo reunirse con ETA? Un político que se precie no puede ser un ingenuo, francamente, como Boada. ¿O sí?

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