Thursday, January 19, 2006

Los papeles de Salamanca vuelven a casa, pasada la Navidad

En la ciudad de Salamanca, al despuntar hoy el alba, los cartones que han de contener los archivadores con los legajos que fueron robados de los archivos de Catalunya por las tropas franquistas durante la Guerra Civil, han sido cargados en dos furgonetas blancas -acertada alegoría-, a pesar de las cortapisas del consistorio salmantino, camino de Alcalá de Henares según parece, donde una comisión oficial Ministerio de Cultura - Generalitat de Catalunya, verificará que todo lo que se transporta corresponde a la Ley de Restitución.

Lo cierto es que no hay forma de acabar con la rencilla de posguerra. Cualquier circunstancia parece aprovechable para hacer renacer las dos españas. Va a hacer 70 años del Alzamiento Nacional para unos o el Golpe de Estado para otros y ahí seguimos encallados. No hay más que ver los titulares de la prensa de los últimos tiempos. Así no es de extrañar que el país no avance; que la inflación haya duplicado las previsiones y España haya retrocedido hasta el puesto 16 de los 25 de la UE.

En este caso no se trata sino de papeles “ documentos, fondos documentales y otros efectos, incautados en Cataluña a personas naturales o jurídicas de carácter privado por la Delegación del Estado para la Recuperación de Documentos, creada en virtud del Decreto de 26 de abril de 1938, o en aplicación del Decreto de 13 de septiembre de 1936, que estén custodiados en el Archivo General de la Guerra Civil Española”, cuya única finalidad -ni más ni menos- es devolverlos a su legítimo dueño. Aquellos documentos que sirvieron para la confección de fichas de antecedentes políticos.

Ahora, después de 30 años que en Salamanca “descubrieron” que existían tales documentos y se comenzaron a reclamar para Catalunya, vienen hoy devuelta a casa, no tanto por una acción de justicia, sino porque José Luis Rodríguez Zapatero necesita cierta estabilidad política. No nos engañemos.

No hay duda alguna. Los gobiernos tanto de la UCD como del PSOE o el PP, en sus mayorías absolutas, ni recibían a los emisarios de la reclamación de los Papeles de Salamanca. Pero hoy ha querido la coyuntura política que ZP necesite ir dando peixet a sus socios de gobierno para mantener lo que es casi insostenible, cual es la gobernabilidad del país. Lo mismo que le sucede a Pasqual Maragall con su tripartito particular o a Clos con el suyo. Y lo fácil ha sido promulgar la Ley de Restitución. No podía fallar su aprobación en el Congreso de Diputados. Pero estas leyes que tanto desgaste y rencores suscitan en la población, en nada favorecen la convivencia y el aunar esfuerzos para afrontar entre todos el duro futuro que se nos avecina.

Las leyes de hondo calado social, como ha resultado ser la de la Restitución y lo pueda ser el nuevo Estatut, han de aprobarse con una amplia mayoría, no con una mayoría simple. Tan simple que acaba por no contentar a nadie. Porque una nueva mayoría igualmente simple pero de otro color, puede dar al traste con ellas. Lo acabamos de ver con la ley de educación.


Confiemos que el buen criterio de los gobernantes catalanes de hoy o los de pasado mañana, cuando lleguen los Papeles a Sant Cugat, no conviertan su recepción, con la natural alegría de haber visto colmada una reivindicación de 30 años, en un acto de afrenta a los que, hasta ilegalmente, se han opuesto a la devolución de aquel botín de guerra. A Catalunya no le conviene seguir alimentando la animadversión de la que es objeto y es una buena oportunidad para demostrar al resto de España aquello del seny català por una vez en mucho tiempo.

Los gobernantes fundamentalmente, están obligados a tomar las decisiones con perspectiva. Perspectiva histórica para entender cómo el pasado nos ha traído este presente. Y perspectiva de futuro para ir consolidando la sociedad y sus singularidades propias. Pero hoy sólo toman decisiones con la perspectiva de las próximas elecciones. Error que seguiremos pagando los administrados.

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