Friday, December 16, 2005

La disciplina en los partidos políticos

De todos es sabido que quien se mueva no sale en la foto, como decía el hoy presidente de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, Alfonso Guerra, cuando era únicamente “el Guerra”. Lo que significa que no hay disidencias oficiales en los partidos políticos ni en los grupos parlamentarios, que es algo sensiblemente distinto.

Cuando se habla de la democracia interna de los partidos, se refiere únicamente y en el mejor de los casos, a la formación de los órganos de gobierno de los partidos; sus comités ejecutivos, etc. Pero no olvidemos, pongamos por caso que José María Aznar nombró su sucesor a Mariano Rajoy. O Jordi Pujol nombró a Artur Mas. Si bien es verdad que luego ambos han sido ratificados por sus respectivos congresos, no quita para confirmar que fueron encumbrados por el líder y no en forma democrática.

Lo mismo sucede a la hora de confeccionar las listas electorales. En España que no habrá una democracia plena en tanto no haya un sistema electoral al Congreso de Diputados -para el Senado es elección directa- de listas abiertas que permita a los votantes a elegir a sus representantes uno por uno, no a todos los de una lista cerrada, hay bofetadas en los partidos por situarse en las listas electorales y, dentro de ellas, lo más arriba posible, pues ello es garantía de salir elegido diputado. Con todo lo que ello comporta, comenzando por un “contrato laboral” de cuatro años, bien pagado y de responsabilidad llevadera. Por decirlo de forma suave.

Luego sucede en las cámaras de diputados lo que vemos todos los días: las poltronas vacías y solo se llenan los hemiciclos -ahí donde los hay- en el momento de las votaciones. Y para ejercer correctamente el voto, solo hay que mirar al cabeza de lista que levanta uno, dos o tres dedos, para indicar que el voto es SÍ, NO o ABSTENCIÓN. Raramente los grupos parlamentarios y los partidos políticos liberan a sus diputados de la disciplina de voto. Todo y con ello, pues no hay una cohesión real dentro de cada grupo parlamentario, sucede lo que ayer en el Parlament de Catalunya, donde los diputados de ERC votaron cada uno lo que quiso por error del coordinador del grupo, resultado en conjunto un voto contrario al planteado en la tribuna por su portavoz, pues realmente no sabían lo que debían votar.

En el Reino Unido que tienen una democracia mejor que la nuestra, el sufragio es directo. Ello significa que cada elector vota uno a uno -como hacemos en España para el Senado- a los candidatos de su circunscripción electoral que mas se acomoda a sus preferencias. Así ha ocurrido en algunas elecciones al Parlamento Británico que un líder de un partido político no ha resultado elegido. Como fue el caso de William Hague en 1997, cuando un joven Tony Blair arrasó a los conservadores. En España sería impensable que Mariano Rajoy o Jose Luis Rodriguez Zapatero no obtuvieran escaño en las elecciones generales. O que en Cataluña, Artur Mas, Pasqual Maragall o Carod-Rovira no obtuvieran un escó en el Parlament.

¿Por qué habrían de garantizarse sus escaños los líderes políticos si en sus circunscripciones respectivas no quisieran los electores votarles? Pues así es como están las cosas establecidas en España por la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General.

De ello resulta que los electores no elegimos a nuestros representantes sino a una lista -y ni tan siquiera entera, salen los que salen elegidos de la lista y no la más votada que sería otro sistema- de un partido político o coalición de partidos. Si a mí no me gustase Carod-Rovira, pongamos por caso, porque pueda parecerme un exaltado, carente de todo sentido político común y prefiero dejarlo fuera de la lista de ERC ¿por qué no puedo hacerlo? Sí, claro, porque la ley me lo impide; lo que denota que la ley no garantiza el sufragio directo, como debería hacer en el siglo XXI que somos ya mayorcitos.

Y luego está la paradoja del tránsfuga -el que cambia de grupo parlamentario- y los partidos que le han incluido en la lista y es la razón para haber sido elegidos diputados, no pueden anularle su acta de diputado, defraudando al electorado, al partido y mofándose de todo el sistema. Ah, pero sigue con su sueldo de diputado, claro, pues esa es la clave. Y sin además han transfugado por dinero, como ya ha ocurrido, no digamos.

Peor aún: Ayer el Parlament de Catalunya debía aprobar el nuevo Reglamento que va a permitir, entre otras cosas, que una diputada de baja por maternidad, pueda delegar su voto en otro diputado. Artículo 84.- Delegación de voto. ¡El voto es personal e intransferible! ¡Esto es ya el colmo de la desfachatez parlamentaria!

Pero este asunto es como el de la financiación de los propios partidos políticos. En efecto, pues si son ellos, los partidos, de quienes ha de emanar la voluntad de restringir sus ingresos en aras de una transparencia inmaculada o si han de perder fuerza frente a sus diputados y no poder obligarles a votar lo que interesa al partido, aunque sea contrario a la voluntad o creencias de un diputado, con la amenaza expresa o tácita de expulsión, nunca lo van a hacer. ¡Ni que fueran tontos!

0 Comments:

Post a Comment

<< Home