Tuesday, January 02, 2007

Navidades laicas y Año Nuevo aconfesional

Si de algo he quedado convencido en estas fiestas señaladas –antes entrañables– es que la Navidad ya es laica.

En efecto, se veía venir de tiempo atrás que la Navidad se alejaba paulatinamente de su origen cristiano, católico, apostólico y romano, para volver a ser lo que originariamente era la fiesta del invierno; al cruzar el ecuador del frío invierno y acercarse la primavera, el solsticio de invierno era una fecha festiva remarcable.

Paulatinamente fue quedando atrás el Belén, el Nacimiento y se fue imponiendo el abeto, llamado ya árbol de navidad. En algunas ciudades de consistorio progre, el Belén municipal, en la plaza del pueblo, dio paso sucesivamente a otras formas icónicas modernas que agradaban a unos tanto como disgustaban a los tradicionalistas, pues ya en nada recordaban a un Nacimiento.

Santa Claus llegó con su trineo de renos, con Rudolf a la cabeza. Ese reno de nariz roja a lo clown que los más graciosos dicen que es maricón. Y qué, digo yo si lo es. Ya no se ven pajes reales en los grandes almacenes y los telediarios nos han mostrado imágenes del gordo Santa Claus que ya no es políticamente correcto, tan obeso, pues da mala imagen a los más pequeños, poniendo a punto su trineo y repartiendo heraldos por doquier. A los mayores sólo les duele ir afilando su tarjeta de crédito en los datáfonos comerciales, a la salud de tan rollizo personaje.

Se mantiene la fiesta de los Reyes Magos, para acabar de escurrir los bolsillos de los pobres crédulos en estas fiestas entrañables que solo consiguen que nos aumente el colesterol y el azúcar en proporción inversa a la disminución de saldo de nuestra ya de por sí maltrecha cuenta corriente. Y moliente.

A los niños ya no se les cuentan aquellos cuentos de Navidad, Dickens réplica, porque siempre trataban de niños pobres que podrían traumatizar a los niños de ahora y con lo que ven en la tele sobre cayucos y cosas así, parece ya que sea suficiente. Ahora sólo se habla de móviles de última generación, con la música de no sé qué, la Play Station, el iPod y MP3 a saco que es como muy guay.

Y salvo los del oficio, santo por más señas, quién se acuerda de la Navidad de nuestros padres: la Misa del Gallo, la adoración al niño Jesús; San José y la Virgen; la mula y el buey… al precio que va. Ni siquiera se oyen villancicos por la radio.

Lo que yo digo: Navidades Laicas. Pues con lo del cambio climático además, ya no son ni siquiera blancas tampoco.

Y acabamos de entrar en el Año Nuevo: 2007. Y para seguir con la tradición, la iniciada la temporada pasada, como algunos creen que se hacen las tradiciones; repites lo del año pasado y ya es una tradición. No hay como ser joven, carecer de conocimientos y experiencia; estar carente de perspectiva histórica y convencerse por tanto que la vida se inició con ellos. Y así seguimos con un año nuevo aconfesional que la mayoría de esos jóvenes y otros no tan jóvenes, creen que es lo mismo que laico. Pues a aprender a Salamanca. Este es un blog de pensamientos y no didáctico, de manera que hoy no toca explicar la diferencia entre aconfesional y laico que no es poca.

En cualquier caso, feliz año nuevo.

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