Wednesday, August 30, 2006

¡Joan Clos ministro de industria! Parece una broma

Ínclito alcalde de Barcelona, merced a la espantada de su antecesor Maragall a consecuencia de un fenomenal cabreo y repitió gracias al antidemocrático sistema electoral de listas cerradas que no permite votar sino a toda una lista; porque a Clos no le vota nadie.

Joan Clos fue un inútil anestesista y por eso y por su afán de notoriedad, se pasó a la política de la mano de otro médico, este sí socialista de toda la vida, Felipe Soler Sabarís que ocupó el área de Sanidad del ayuntamiento de Barcelona, pero lo dejó en manos de Joan Clos, pues Soler Sabarís prefería seguir dedicándose a la medicina, dominio en el que era un buen médico de familia.

Joan Clos admiraba a Soler Sabarís, hasta el extremo de peinarse como él e imitar su timbre de voz atiplado que ya ha hecho suyo. Pero Soler Sabarís era persona de carácter. Abandonó el cálido domicilio familiar por desavenencias con su padre y acabó como piloto de aviación militar, en el Ejército del Aire. Su talante social-democrático le hizo granjearse la enemistad de buena parte de sus compañeros de armas, aferrados como estaban a sus nuevos empleos, como ganadores de la Guerra Civil. Soler Sabarís abandonó el ejército y se volcó en la medicina, aunque sin abandonar nunca su espíritu socialista que le llevó al ayuntamiento cuando la recuperación de la democracia. Joan Clos no es sino un advenedizo socialista, con sus hijos estudiando en el Liceo Francés de Barcelona. Es lo que algunos denominan, ahora que está en boga aludir a todos los masculinos y femeninos, no un socialista sino un sociolisto.

Cuando una designación como la de Clos para ministro de industria produce tal perplejidad hasta en los más avezados estudiosos de la política y sus azares, es porque carece de todo sentido. Salvo uno, claro. José Montilla que su condición de charnego no está en contradicción con ser un tipo listo, se ha desecho de Joan Clos. ¡Gracias Pepe!

El PSC de Pepe Montilla está haciendo limpia de posibles sombras dentro del partido. Lo cierto es que Clos, de sombra poca, pues por no hacer no hace ni sombra. A Clos le quedan dos años como ministro; luego elecciones generales, nuevo gobierno y a la calle. Y si lo ha hecho muy bien, porque el equipo técnico del ministerio no le deja meter baza, pues que lo renombren ministro. Así, su incompetencia quedará diluida en la administración del Estado y no focalizada en el ayuntamiento de Barcelona.

Y, como en las grandes corporaciones, donde los ejecutivos de gran visibilidad son despedidos hacia arriba, así a Clos le han convencido de que mejor ministro que en la calle, sucia e incívica de Barcelona, por mor de su incompetencia como alcalde.

Se dice en la milicia: “capitán aunque sea de bandoleros”. Y en la vida civil pública, lo más es ser alcalde de tu pueblo. Y Clos acepta ser ministro; eso le define.

Tuve la oportunidad el 18 de septiembre de 2003, de asistir a la conferencia de Joan Clos en el Cercle d’Economia, para explicar qué iba a ser el Forum de las Culturas. Al día siguiente, Ramón Suñé escribió en La Vanguardia: “Clos inauguró el ciclo de conferencias del Cercle d'Economia con una charla sobre el Fòrum que quizás no despejó las dudas de los asistentes sobre lo que se va a servir exactamente en Barcelona entre el 9 de mayo y el 26 de septiembre del próximo año. No obstante, sí que les dejó claro que los organizadores de este evento sin precedentes quieren que del 2004 salga una aportación teórica válida para un nuevo orden internacional político y económico, basada no en el conflicto y el uso de la fuerza, sino en el diálogo.” Qué discreto Ramón Suñé describiendo el galimatías e inconexa palabrería de Joan Clos, pues aquello no era un discurso, sino pura logorrea o parloteo incontenible. Y qué vanidad la de Clos, pensar que el Forum acabaría con los conflictos internacionales. Lo dicho, un inútil.

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