Tuesday, May 15, 2007

¿Votar en blanco? ¡Mejor abstenerse!

Nos atenazan ahora las elecciones municipales y autonómicas en casi toda España y muchos electores estamos francamente hastiados de nuestro sistema de partitocracia que no hace sino violentar la voluntad ciudadana, imponiendo el voto a los candidatos elegidos por el partido y sólo a uno de tales partidos.

En los partidos políticos, como en cualquier colectivo humano, hay muchos majaderos y mucha gente de bien. El problema surge cuando los majaderos imponen su autoritarismo a la gente de bien y se salen con la suya.

Los partidos políticos acaban de aprobar la nueva ley de financiación de partidos que aporta como novedad la supresión de las donaciones anónimas… ¡y qué más da! si ya nadie confía en ellos y no van a portar más dinero. La otra novedad es que, para compensar lo que dejan de recibir anónimamente de particulares, suben las subvenciones del Estado que manan de los Presupuestos Generales. El año que viene, cuando entre en vigor la nueva ley, los partidos políticos recibirán un 20% más de subvención que pagamos entre todos los españoles. Si esto no es un escándalo que baje Dios y lo vea. Y parafraseando a Benedicto XVI: dónde estaba Dios cuando el Congreso aprobó la nueva ley.

De manera que si uno quiere luchar contra el sistema a fin de que vaya entrando en nuestro ordenamiento jurídico una mayor y mejor democracia, al estilo de los países de nuestro entorno, como Gran Bretaña o Francia, no es lo más oportuno tratar de luchar desde dentro, pues el peso de los partidos ya asentados es tal que difícilmente conseguirá una nueva formación política hacerse oír con eco reformador, pues los demás siempre lo van a impedir.

Ahora hay una buena ocasión para manifestar disconformidad con la situación política y los propios políticos, con las elecciones municipales y autonómicas.

Muchos se plantean votar en blanco porque no saben qué partido es menos malo. Pero votar en blanco es aceptar el sistema y participar de él votando. Mientras que una demostración de rechazo al sistema es abstenerse de votar, como está sucediendo últimamente en este país y cada vez con un mayor nivel de abstención.

Acabamos de ver con envidia cómo han funcionado las cosas en Francia. No ya sólo por el nivel de la confrontación política y el debate de los dos candidatos a la presidencia de la República en la segunda vuelta, sino por el nivel de participación del 85% del electorado mostrando el interés por su candidato y, en definitiva, por la política del país.

De manera que la única forma seria de mostrar disconformidad con el actual sistema político en España es abstenerse en las próximas elecciones y seguir manifestando opinión a continuación, pues no es cierto que quien calla otorga, sino quien calla no dice nada…, o dice mucho. No al sistema; no a la partitocracia; no a los políticos arribistas y carentes de formación; no a los politiquillos sin oficio ni beneficio que han encontrado sustento económico en las filas de un partido político.

Es incierto que quien no vote carezca de legitimidad moral para expresar luego su opinión ante los resultados electorales y ante las consecuentes tropelías de quienes accedan a sus escaños, fruto de la tropelía previa de haber organizado un sistema político como el español, en el que mandan los aparatos del partido y los candidatos a obedecer. Y si hay dudas que le pregunten a Pasqual Maragall.

Mientras uno sea ciudadano y encima pague sus impuestos, está legitimado para criticar cuanto le apetezca de la política, haya o no votado ¡No faltaría más!

Porque el no a la corrupción y a otros ilícitos penales se han de dilucidar de oficio en los tribunales de justicia.

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