Monday, May 15, 2006

¿Efecto llamada? Qué va ¡Salimos a buscarles!

De todos es sabido que el grado de democracia de un país se mide por el respeto a las minorías. Pero en este país nuestro, las minorías están imponiendo su ley por el hecho de que los partidos mayoritarios empatan en las elecciones y, desoyendo el mandato del pueblo y de los electores que les están pidiendo un gobierno de coalición a lo Merkel, lo que hacen por encaramarse a las poltronas del poder, es pactar con las minorías para conseguir una mayoría numérica, desbaratando así la oportunidad del gran pacto nacional, para resolver adecuadamente tantas cosas como tiene España pendientes. Desde la adecuación de la Constitución a los tiempos actuales, Europa, la Corona y su sucesión, los estatutos de autonomía, el pacto por la educación y un etcétera kilométrico.

Las minorías políticas suelen serlo por sus posturas extremistas, intransigentes o simplemente marginales, pues en otro caso serían mayorías. Así que los partidos “ganadores” de las elecciones han de hacerles el caldo gordo a las minorías que les dan soporte. Y así les luce el pelo. En el Congreso de Diputados, PSOE con ERC e IU y en el Parlament de Catalunya, el PSC con ERC y ICV-EUiA.

El PSOE es el partido socialista nacional por excelencia; ERC son los republicanos independentistas de Catalunya e IU son los comunistas reciclados a ecologistas socialistas que en Catalunya se llaman Iniciativa per Catalunya Verds y están asociados además, a Esquerra Unida i Alternativa que son otras dos formaciones derivadas también de los comunistas catalanes de diversa procedencia, ahora todos ecologistas pues lo comunista está en desuso.

Y así resulta la política de inmigración del Gobierno. Y peor no se puede hacer. Una cosa es el efecto llamada; la voz de la tierra prometida; llegar a España y entrar en Europa, donde los inmigrantes creen que atan a los perros con longanizas ibéricas y los apedrean con chocolate belga. Los partidos minoritarios gritan ¡Papeles para todos! entre otras cosas, porque la mayoría de sus bases no pagan impuestos. Y el Gobierno, para no desairarles y parecer humanitario ¡Sale al mar a buscar a los emigrantes clandestinos! Los trae a tierra firme; los revive y los envía a la península porque en Canarias ya no caben y ya están en España y Europa. Creo que no cabe mayor dislate.

Europa está severamente preocupada por el coladero español, tanto por los inmigrantes que vienen del continente africano como por los latinoamericanos. Y mientras no se desincentive el viaje, sino que al contrario, se asegura la llegada a la tierra de promisión saliendo a alta mar a remolcar o custodiar los cayucos -antes pateras- seguirán llegando a oleadas.

Entre los que llegan, muchos son desheredados de la fortuna que buscan una forma de subsistir y mantener a sus familias que han quedado en el poblado o el conuco. Pero muchos otros son fugitivos de la justicia de sus países de origen. Y aquí ¡Papeles para todos! Y no tenemos dinero para mantener a todos los que llegan; a los que en Catalunya por lo menos, a estos nuevos catalanes que llegan -Puigcercós dixit- se les da seguridad social desde su llegada, escolaridad, clases de catalán y sardanas y cosas así para que voten sí al Estatut lo antes posible y se perpetúe el desatino.

Si las patrulleras españolas esperasen a los cayucos en el límite de las aguas territoriales españolas y las hicieran volver a su lugar de origen -las hemos visto llegar a la Playa de Los Cristianos como si de una golondrina turística se tratara- luego de algunos retornos forzosos se atenuaría la frecuencia de los viajes.

En otra época, cuando de estudiantes llegábamos a Londres para hacer de washing-up o pasar la Hoover en domicilios londinenses, las autoridades de inmigración te exigían en el aeropuerto que mostraras el dinero que llevabas, billete de vuelta y cosas así o no entrabas en el país. Por qué no podemos hacer lo propio en España para hacernos respetar, si en uno de los países más democráticos hace ya treinta años que lo hacían.

¡Ah, claro! Aquí, el Gobierno ha de dar por el gusto a los partidillos que le dan soporte, para seguir en sus poltronas. Y al resto del país, les dan por el disgusto con esta política de inmigración que no podemos sufragar.

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