El Estatut de Catalunya afectará a los productos foráneos

Es claro que los redactores del nuevo Estatut de Catalunya adolecen de grandes carencias tanto de carácter técnico-legal, lo que les ha conducido a redactar artículos manifiestamente inconstitucionales jurídicamente, como otros que muestran su desconocimiento también de áreas mercantiles y del comercio global.

Así, cuando el artículo 50 del nuevo Estatut, sobre fomento y difusión del catalán, en su punto 4 establece que “Los poderes públicos han de promover que los datos que figuren en el etiquetado, en el embalaje y en las instrucciones de uso de los productos distribuidos en Catalunya consten también en catalán” están poniendo de manifiesto su desconocimiento sobre los usos del comercio en general y del global en particular, además de lo que es constitucional de lo que no lo es.

Efectivamente, a las marcas comerciales de gran consumo les interesan los grandes mercados para crecer. Si podemos levantar la vista de nuestro vernáculo ombligo, apreciaremos que, en un entorno global como ahora nos hallamos, mal que les pese a sus detractores pero no tiene vuelta atrás y no cabe sino limar algunos aspectos que pueden afectar más negativamente a los habitantes de ciertas áreas geográficas, el mercado catalán es muy pequeño. Imponer a los fabricantes e importadores etiquetados e instrucciones en catalán cerrará, si se aplica la medida con similar energía que la dedicada al exceso de velocidad, la entrada a tantos productos provenientes de fuera de Catalunya que las grandes superficies, supermercados y otros centros comerciales se verán desabastecidos de muchos productos cuyos fabricantes no invertirán en diferenciar las manufacturas con destino a Catalunya de las que expiden al resto del mundo. No es solamente traducir al catalán el etiquetado y las instrucciones de uso, es toda su logística que resulta afectada; centros de distribución, plataformas, almacenes reguladores, etc.

Viene a ser lo contrario que sucede con unos elaborados catalanes de gran calidad, derivados lácteos en su mayoría, cuya marca comercial es “El Pastoret de la Segarra”. Fue la intención de sus creadores en Freixenet de la Segarra, transmitir la idea de una elaboración artesana, pero la propia marca comercial les impide expandirse territorialmente, no únicamente en Catalunya sino por el resto de España también. De Europa ya ni hablamos.

La capacidad de penetración comercial y la de adaptación al mercado son sutiles estrategias que las empresas serias definen con precisión milimétrica, pues todo influye a la hora de ajustar el precio al consumidor final.

Incondicionales del SI al Estatut dicen a este respecto, cosas como que esta norma que impone el Estatut “no implica que tengan que figurar exclusivamente en lengua catalana ni que no puedan hacerlo en ningún otro idioma, sino sencillamente que pueden utilizarse todas las lenguas que los productores o distribuidores estimen oportunas siempre y cuando una de ellas sea la catalana”. Parece de muy dudosa constitucionalidad que reconociendo el propio Estatut la existencia de dos lenguas oficiales en Catalunya, obligue sin embargo al etiquetado forzosamente en una concreta de ellas, en catalán y no en cualquiera de las dos oficiales como cabría esperar de una norma democrática.

Lo que se pretende además con esta coacción, llamada eufemísticamente de fomento y difusión del catalán, es que no se limite además a Catalunya sino se aplique a toda España, a la Unión Europea y al resto del mundo. No sé si Spectre era tan ambiciosa (ya saben, la temible organización SPecial Executive for Counter-intelligence, Terrorism, Revenge and Extortion, de las aventuras de James Bond).

Pero no acaba ahí la cosa; estos forofos del nuevo Estatut afirman que esta política refuerza la equiparación entre catalán y castellano (?!) Pero bueno ¿Nos toman por necios? No me extraña, pues los votamos a todos los que ahora se sientan en el Parlament. Habrá que ir despertando a la realidad que se nos avecina. Por lo pronto ¡NO a l’Estatut!