Friday, July 01, 2005

Aprobados los matrimonios gay

Creo que se ha hecho justicia con la nueva ley a una parte de los ciudadanos para evitar agravios comparativos, sobre todo en lo que a cuestiones económicas hace referencia: pensiones de viudedad, herencias, declaraciones de renta conjuntas, separación de bienes, gananciales, subrogación de derechos y obligaciones propios de los matrimonios y un largo etc.

Aunque no creo que la palabra matrimonio haya de definir la unión conyugal de dos personas del mismo sexo. Aunque también define el plato que se hace de arroz blanco y habichuelas guisadas, muy común en Latinoamérica. El concepto matrimonio viene de antiguo y si bien la homosexualidad data de las mismas fechas, no lo es así la oficialidad de su unión. Así que mejor habría que haber buscado otra denominación, igual que la que existe para distinguir el matrimonio morganático del que no lo es o el matrimonio in extremis del que no hay peligro de muerte inminente de uno de los contrayentes.

Porque no nos equivoquemos, el matrimonio homosexual no es un matrimonio natural, cual es el que forman un hombre y una mujer o viceversa. No es natural el emparejamiento de dos personas del mismo sexo; podrá ser frecuente, pero no lo es natural, pues la naturaleza y de ahí la denominación de natural, une a seres de distinto sexo con el fin de la procreación. Y la unión homosexual tiene como finalidad la vivencia del amor mutuo entre sus componentes, al margen de la procreación porque es imposible. Otra cosa es acudir, en el caso de la pareja lesbiana, a los métodos de concepción artificiales que la ciencia aporta. Cosa que no puede hacer la pareja de hombres. La diferencia no es poca cosa.

Pero en lo que a la adopción de hijos se refiere, justo es reconocer que no tengo opinión por falta de información suficiente. Y esto le pasa a todo el mundo, pues no hay estadística fiable que nos refiera cuál es el comportamiento de los hijos criados en matrimonios homosexuales. Para tener estudios fiables, deberá haber un estudio basado en una población estadística suficiente y esperar no menos de dos generaciones para analizar su desarrollo como personas. Y cualquier afirmación en este sentido no es más que una especulación. No vamos a hacer como el compareciente Aquilino Polaino en sus afirmaciones sobre la razón y origen de la homosexualidad.

Habrá matrimonios homosexuales que amarán profundamente a sus hijos y les procurarán lo mejor que puedan para ellos, al igual que un matrimonio heterosexual. Pero también los habrá que los maltratarán y acabarán por considerarlos una carga y no el complemento necesario para constituir una familia. Igual que algunos matrimonios heterosexuales; exactamente igual.

La cosa es que el bebé no puede escoger el tipo de matrimonio que ha de adoptarle. No tendría ningún reparo en aceptar que los matrimonios homosexuales tuvieran libertad para adoptar hijos mayores de dieciocho años y con el consentimiento expreso de éstos. ¿Pero un bebé? ¿Sin saber cómo va a afectarle en su formación como persona tener por padres a una pareja homosexual? Creo que, dando por sentado que “le quieran como a un hijo”, nada sucederá hasta que el hijo o la hija adoptados por homosexuales vaya al colegio. Verá entonces que la mayoría, por no decir todos los demás compañeros de la clase, tienen un papá y una mamá. Y ellos también lo tendrán, porque en las parejas homosexuales están claramente diferenciados, también como en las heterosexuales, el rol dominante del hombre (normalmente) y el dócil o fiel (¿la mujer?) -no entremos en eso, pero vale para entender el razonamiento- pero en su caso, sus padres serán del mismo sexo y aunque no deje de quererles por ello, sin lugar a dudas apreciará la diferencia con el resto de los niños y niñas del colegio. La forma en cómo reaccionará ante esto es una incógnita aún.

También los niños adoptados por matrimonios convencionales -los homosexuales no lo son- todo y con profesarse amor mutuo, llega en ocasiones el momento en que buscan sus orígenes y padres biológicos y tenemos buena muestra reciente de cómo en ocasiones ha de resolverse el conflicto cuando se produce.

Por otro lado, la conducta homosexual frecuente es de una extraordinaria promiscuidad, mayor que en las personas heterosexuales y los cambios de pareja son más frecuentes que las uniones estables, en proporción muy superior a las heterosexuales. Luego el riesgo de divorcio parece muy superior en los matrimonios homosexuales que en los convencionales. Así, dar libertad de adopción de bebés inconscientes de su destino, a todos los matrimonios homosexuales, se me antoja un riesgo muy superior de inestabilidad emocional para el adoptado por cuanto antecede. Y sigo sin tener opinión en cuanto a si, efectivamente, la libertad de adopción es buena cosa.

En cualquier caso y por esas dudas, no hubiera yo liberado la adopción. Como tampoco lo han liberado en Suiza y no son unos excéntricos. Ni en China se permite tampoco la adopción de sus ciudadanos por parejas homosexuales. ¿Por qué será?

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