Monday, June 26, 2006

¿Alguien del mundo político dice verdad?

Creo que no. Y ya va siendo hora de que los ciudadanos despertemos de nuestro letargo y arremetamos contra nuestros padres de la patria, pues son más bien, mantenidos de la patria. Y siempre fue indecoroso ser un/a mantenido/a.

Mienten también los profesionales −¿mercenarios?− del interpretar voluntades futuras, como Julián Santamaría Ossorio, catedrático de Ciencia Política en la UCM y presidente de Noxa Consulting, habitual colaborador de La Vanguardia en su incomprensible cruzada del SÍ. Insiste Santamaría Ossorio que en el pasado referéndum catalán, no hubo ni entusiasmo ni indiferencia. Sino todo lo contrario, añado. Dice Ossorio que si una participación del 50% no implica entusiasmo, por la misma regla de tres un 50% de abstención no implica indiferencia. Olvida a conciencia el experto estadístico que las afirmaciones anteriores no van de la una a la otra por una regla aritmética como la de tres, pues una afirmación potencia la otra. No hubo entusiasmo porque hubo indiferencia. Ossorio sigue manejando los datos a su voluntad.

Decía también Santamaría Ossorio en La Vanguardia del lunes 12 de junio que la participación rozaría el 60%. También ahí se equivocó y trata ahora de enmendarlo con un párvulo silogismo que trata de confundir al lector.

Perplejo estaba el establishment político catalán ante la abstención la noche del referéndum. Pero tiraron por el camino de en medio porque su audacia no tiene límites y chillaron al unísono los partidarios del SÍ que había sido un éxito. ¡Pero cómo un éxito, si más de la mitad del censo no fue si quiera a votar!

Pero insisten otros mentirosos contratados por los medios de comunicación que postularon por el SÍ que ya se sabe, que a los referéndum va poca gente a votar. ¡Qué cara tienen los tipos! Un referéndum como el catalán en el que debía ratificarse la ley básica de la… nación catalana? Después de dos años de dimes y diretes, tripartito y desmembración del Govern por esta causa y todo el establishment político y mediático bombardeando sobre la importancia de la decisión de la ciudadanía catalana soberana; y el Govern violando una y otra vez la ley con su campaña por el referéndum e incluso, en el último instante, un mensaje ilegal e impropio del President Maragall llamando a las urnas y ahora resulta que la abstención no cuenta. Que carece de significado. Ni los votos en blanco tampoco cuentan, pues ningún miembro del tal establishment lo propugnó. ¡Pero dónde está Dios!

Tanta fe tenían en el referéndum que a Maragall le dieron cuerda hasta el 18J. Si hubiera habido la participación que vaticinaba el propio Maragall, del 70% −maragallada al canto− se hubiera quedado como candidato a las elecciones anticipadas que tuvo que admitir, forzado por todas las fuerzas políticas, incluido su propio partido.

Pero con semejante abstención, mejor cambiamos al candidato, se decían en el PSC-PSOE y ponemos al Montilla que aunque charnego, mantiene la franquicia catalana del PSOE en un puño, la que llaman PSC. Así, perdidas ya de antemano las elecciones anticipadas al Parlament, como es habitual en el PSC, matamos dos pájaros de un tiro, piensan en el partido: a) Evitamos una trifulca interna, como en ERC, para elegir candidato. Y b) Experimentamos con un candidato de origen no catalán, típicamente charnego, a ver cómo se mueve el electorado afín.

La cosa es que, como sobretodo a los nuevos catalanes les sigue tirando su tierra, como es natural y loable, las elecciones autonómicas no se las creen y por eso no votan PSC. Y por si tenían dudas a cerca de la autonomía real de Catalunya, ha tenido que ser ZP quien haya tirado del carro del Estatut que de forma tan canija ha sido aprobado que no ratificado por la ciudadanía de Catalunya, pues no lo ha hecho más que en una tercera parte.

A ver si para una próxima consulta popular se establecen unos mínimos de participación, pues de haber votado un solo ciudadano de Catalunya en el referéndum, su voto, el único, hubiera decido el Estatut. Y también sería legal. ¡Ah! Y si ese voto único hubiera sido SÍ, sería “infinitamente” superior al NO. ¡País!

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