Tuesday, June 27, 2006

El gambito

Un gambito no es una gamba pequeña ni tan siquiera una quisquilla o un camarón. Se trata de un movimiento del ajedrez que consiste en sacrificar una pieza. ¿Me siguen?

El gambito se denomina aceptado o rehusado, según el contrincante caiga o no en la trampa, que de ahí viene su nombre, del italiano gambetto que significa celada, estratagema o trampa.

Al gambito político que nos concierne, en el que la pieza sacrificada ha sido Pasqual Maragall, quisiera dedicarle algunas consideraciones.

La primera es que tiene mucho mejor aspecto Maragall desde que tomó su decisión largamente madurada que antes de tomarla. La cosa es clara, pues cuando uno toma una decisión difícil, suele relajarse, aunque tal decisión no hubiera sido la suya predilecta. Y cuando dice largamente madurada, Maragall se refiere a cumplidamente procesada en cuanto a sus pros y contras para finalmente asumir una de las dos únicas alternativas posibles: me quedo o me largo y ahí os quedáis. Siendo la segunda la admitida.

Y siguiendo con el gambito, su finalidad está en la posibilidad de desplegar y ordenar todas las fuerzas de las que dispone el jugador. ¿Alguien ha dicho ZP? Aunque no suele ser normal sacrificar una dama para obtener un peón, sino todo lo contrario. Pero aquí se prefería a un peón como Montilla más que a una dama como Maragall, con perdón.

Montilla es un hombre del aparato del partido, todo lo contrario que Maragall. Pero Montilla no es un hombre de masas sino de gestionar comités. Y tal como se han puesto las cosas del idioma con el Estatut, Montilla va a perder mucha espontaneidad en el Parlament si ha de expresarse siempre en catalán. Y ésta no es una cuestión menor pues se trata del foro por antonomasia donde no todo se reduce a leer discursos sino todo lo contrario, como su propio nombre indica.

La idoneidad de Montilla está por ver. No se trata de procedencia únicamente aunque es relevante. No en vano en los EE.UU. el presidente ha de ser nacido allí.

El maquiavelismo del que ha sido víctima Maragall, como algunos denominan al gambito de marras, no ha finalizado con su renuncia. Tiene su continuidad en la campaña para las elecciones autonómicas. Así es: ZP se ha comprometido a colaborar con el PSC para que no haya ninguna duda de quién manda ahí. Y si el resultado de estas elecciones anticipadas, como es de prever no es muy distinto del 16 de noviembre de 2003 y CiU no obtiene la mayoría absoluta, la colaboración pública o privada, explícita o tácita entre CiU y PSC confirmará que el maquiavelismo existió para alejar a Maragall de la Generalitat, pues se mostraba dispuesto a renovar un tripartito que ha sido una calamidad a todos los niveles. Aunque a él le ha permitido ser President de la Generalitat, efímero desde luego, pero lo volvería a intentar. Y ya hemos comentado como el apoyo de nacionalistas perjudica a ZP, gran entusiasta de los gambitos aunque no sepa jugar al ajedrez.

Maquiavelismo, contubernio, gambito, celada, trampa son unos de los adjetivos que califican la política en general y la de este país en particular. El problema es que en Catalunya seguimos pensando que con el nuevo Estatut se han ampliado las cotas de autogobierno y aquí no hay más autogobierno que el de ZP. Eso sí, con la connivencia de CiU en la persona de Artur Mas quien, a la postre, ha hecho lo mismo que hizo Maragall, juntarse con cualquiera con tal de ser President de la Generalitat.

A Montilla nunca se le pasó por la cabeza ser President y menos, cuando recuerda su llegada a Catalunya, con su vida metida en una maleta de cartón atada con cuerdas. En el andén de la estación de Francia, recién apeado del sevillano y sin saber si debía ir en dirección al final del tren en el que venía o sobrepasar la máquina y salir a la calle de, por fin, Barcelona. Catalunya propicia el sueño español; no me cabe la menor duda. ¿Propiciará también el sueño magrebí?

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