Wednesday, April 06, 2005

Juan Pablo II

Ciertamente ha sido un personaje histórico, qué duda cabe, aunque sin los medios de comunicación, apenas hubiéramos sabido de su existencia, como de Pío XII.

La cosa es que ahora opina todo el mundo sobre su pontificado y su doctrina, como opinan de todo sin saber de la misa la media, pero la fama es muy osada y todos se creen con derecho a opinar. Y yo me pregunto, cuántos de estos opinadores públicos, también llamado líderes de opinión, realmente han seguido su doctrina en este cuarto de siglo; cuántos han leídos sus escritos, sus encíclicas; cuántos han asistido a seminarios y debates sobre tal o cuál materia de las contenidas en su doctrina. La inmensa mayoría hablan por los titulares de los medios de comunicación.

Sí, es cierto, se acercó a orar en una sinagoga y a otras confesiones, pero la realidad es que “fuera de la Iglesia no hay salvación”. De manera que los gestos no han modificado su inmovilismo rancio, arcaico y retrógrado.

Tanta política terrenal como ha desarrollado y es notorio, en cuanto a su oposición al comunismo, no dudó por el contrario en censurar a los jesuitas por su actividad política en Latinoamérica, simplemente porque no estaban en su propia línea política. Nada importaba que la lucha de los jesuitas y su denuncia social fueran justas o no, pero estaban en clara disonancia de la política terrenal exterior de Juan Pablo II.

Por no hablar de cómo ha favorecido a otras formaciones religiosas afines, de forma poco decorosa por la utilización de los medios sobrenaturales, para beatificaciones meteóricas y canonizaciones relámpago.

No reprimió tampoco con la energía que cabía esperar, los escandalosos abusos a menores de eminentes religiosos en USA, auténtica lacra de la Iglesia. O la prohibición del uso del preservativo ni aún para tratar de mitigar la difusión del sida en África, propiciando la formación de conciencias escrupulosas.

Y el no menor impulso al obsceno espectáculo que es lo que ha sido la magnificación que se ha hecho del sufrimiento del papa, hasta su muerte en directo. Todo ello avivado y dirigido con fines absolutamente propagandísticos por la secretaría de prensa vaticana.

De forma que hay muchas luces y sombras en este pontificado que tan artificialmente se ha extendido en el tiempo para los intereses terrenales de unos pocos.